Uno de esos lugares donde ir y uno de los 'más escondidos', pero a pesar de ello lleno estos días es El Mirlo, ese bar restaurante de ambiente único y tan del estilo tarifeño, que los hermanos Chicochico tienen en Punta Paloma, una vez atravesada la famosa duna de Valdevaqueros (esa cuya finísima arena se llevaron para el relleno de Gibraltar).
Tiene El Mirlo un enclave único sobre el mar desde donde se divisa desde Tarifa hasta casi Tánger si tiene suerte y hace un día claro. Su ubicación sobre uno de los últimos paraísos naturales de la costa española le sitúa muy muy cerca de nuestro objetivo del día: voraces, dentones pargos o urtas del Estrecho, acompañados si se quiere de algún cefalópodo de tamaño ya grandecito, aunque lo llamemos chipirón o choco. Aquí se sirven ya los de un palmo. Tampoco deben despreciar esos salmonetes con manchas negras de la zona, que no deben dejar pasar si los atisban y que son raros de ver. El entorno de este bar, con chamizo cubierto de palmas y ventanal sobre el mar que apenas se puede entreabrir en cuanto sopla un poco del levante es de los que a los bohemios les pierde y suele estar frecuentado por los mismos, que nos recuerdan que hay otra vida de menos ajetreo y mayor disfrute.
La cocina de El Mirlo en sencilla, frituras a la plancha y a la brasa. Sus pescados enteros a la brasa son de lo mejor de la zona, pues le realza sus cualidades y saben darle el punto adecuado. Nosotros, que comimos tarde, optamos por unos pargos que parecían besugos por su clase y hechuras. No les recomiendo que se entretengan demasiado en entrantes, que aunque buenos sus chipirones, lo que de verdad merece la casa y pone en abundancia es la pieza entera del pesado del día, y ese ya se sabe, a veces es uno y otras otro, y con ese espíritu hay que ir pero no saldrán defraudados. El precio a 22€ el kilo de pescado servido hizo que los cuatro que íbamos con ensalada y bebidas saliéramos sobre 25-30 euros persona.
Camino hacia El Puerto de Santa María está otro de esos enclaves en los que paro siempre que paso. En Vejer de la Frontera aproveche para revisar carta y mantel de dos lugares de culto, ambos en la Plaza de España: el Jardín del Califa (famoso por su cocina marroquí) y Trafalgar.
Es Trafalgar otro templo del atún de Almadraba, ese que se pesca en la zona costera de Vejer en Barbate, en ese mar que se puede admirar desde los miradores del pueblo. La carne extraordinaria de retinto tiene también su presencia, y el rabo de toro es de peregrinar. Aquí los queseros podrán degustar el increíble queso payoyo de Cádiz. Para los que van de paso o quieren un tapeo han tenido la buena idea de abrir pegando con el restaurante su taberna, donde se puede tomar desde una tapa de atún a unas croquetas de chipirón en su tinta.
Si se quedan con hambre, no dejen de echar un vistazo a la web Cosas de Comé, antológico manual gastronómico de la provincia de Cádiz, lugar de inspiración personal y guía indispensable para los que van por esas tierras.
Que lo disfruten.