http://www.vanitatis.com/tendencias/gastronomia/2013-09-13/restaurantes-para-ayudarnos-a-perder-los-kilitos-del-verano_27419/
Mi columna de hoy está dirigida a aquellos 'compañeros de fatigas' que a la vuelta del verano desean perder alguno de esos kilitos que de forma claramente sorpresiva, con alevosía y nocturnidad, se nos han pegado. Ahora eso sí, sin dejar de disfrutar de la buena gastronomía.
Cómo echo en falta que todavía, en muchos de nuestros restaurantes favoritos, no asuman que éste es un objetivo frecuente del gastrónomo y nos propongan a medida platos y menús que garanticen su consecución sin renunciar al disfrute. ¿A qué restaurantes podemos acudir con esta mentalidad entonces? Tengo dos respuestas obvias: los de verduras y pescados, y aquí es donde me saltan las ideas que quiero compartir: restaurantes peruanos, japoneses, con fuerte presencia de pescados plancha, ensaladas... y algún que otro vegetariano.
Trataremos de evitar así aquellos cuya bodega nos provoque y los de guisotes y postres contundentes, que dejaremos para cuando el frío apriete o el objetivo post vacacional se haya cumplido.
Reviso así unos japoneses que merecen estar dentro de mi Recomendación Gastronómica BBB. No son los mejores de Madrid, pero sí los de mejor relación calidad-precio, y es que cuando hablamos de japoneses, hay habitualmente demasiada inflación en la cuenta. Vayan pues mis propuestas: Inari (General Pardiñas, 43), cuyo dueño cambió el oficio de banquero por restaurador, sabiendo hacer una propuesta atractiva donde su tartar de atún es para mí, simply the best, parafraseando a Tina Turner. Tampoco hay que perderse sus makis, sashimis y sushis. Miyama, en la Castellana, por su autenticidad y extraordinario precio del menú de mediodía. Y Kokoro (Don Ramón de la Cruz, 72), que ajeno a las modas y el glamour de otros lugares, nos recuerda que es posible una cocina japonesa donde se pueda comer sushi y sashimi de excelentes pescados incluido atún sin superar los 30 euros, bien atendidos por Keiji (sala) y Koji en la barra.
Dentro de los peruanos creo que La Gorda es la mejor opción; La Panamericana, como lugar de creación simpático y novedoso, donde su personalísimo plato bloodymary no hay que perdérselo; y Tanta como la versión de formato más sencillo, aunque de gran cocina.
Por último, para ensaladas el restaurante vegetariano El Vergel (Paseo de la Florida, 53) o La Galette 2 (Bárbara de Braganza, 10), con menú de bajas calorías, pueden ser estupendas decisiones. Y variadas, croquetas de manzana, pastellas de verduras...
viernes, 13 de septiembre de 2013
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Comiendo por el estrecho, El Mirlo
http://www.vanitatis.com/tendencias/gastronomia/2013-08-28/comiendo-por-el-estrecho_20297/
Iba camino de ver la exposición de pintura que el Taller Jiloca y Carmen Florez tienen hasta el 25 de agosto en la Casa Grande de Vistahermosa (deliciosa, no se la pierdan) y aproveché la excursión para conocer uno de esos enclaves de los que te han hablado y tienes gusto de ir. Vaya por delante mi pasión por el pescado y, en la peregrinación por su búsqueda, las aguas cercanas al estrecho de Gibraltar son sin duda uno de los mejores caladeros para degustarlos. Será por la combinación de las aguas frías del Atlántico o por la meseta rocosa del Estrecho, pero la calidad de las variedades de lo pescado en la zona ya era conocida desde la antigüedad y fue lugar de ubicación de derivados del pescado ya desde la antigüedad, como lo atestiguan los restos de las viejas fábricas de garum de los romanos en la tarifeña playa de Bolonia.

Tiene El Mirlo un enclave único sobre el mar desde donde se divisa desde Tarifa hasta casi Tánger si tiene suerte y hace un día claro. Su ubicación sobre uno de los últimos paraísos naturales de la costa española le sitúa muy muy cerca de nuestro objetivo del día: voraces, dentones pargos o urtas del Estrecho, acompañados si se quiere de algún cefalópodo de tamaño ya grandecito, aunque lo llamemos chipirón o choco. Aquí se sirven ya los de un palmo. Tampoco deben despreciar esos salmonetes con manchas negras de la zona, que no deben dejar pasar si los atisban y que son raros de ver. El entorno de este bar, con chamizo cubierto de palmas y ventanal sobre el mar que apenas se puede entreabrir en cuanto sopla un poco del levante es de los que a los bohemios les pierde y suele estar frecuentado por los mismos, que nos recuerdan que hay otra vida de menos ajetreo y mayor disfrute.
Iba camino de ver la exposición de pintura que el Taller Jiloca y Carmen Florez tienen hasta el 25 de agosto en la Casa Grande de Vistahermosa (deliciosa, no se la pierdan) y aproveché la excursión para conocer uno de esos enclaves de los que te han hablado y tienes gusto de ir. Vaya por delante mi pasión por el pescado y, en la peregrinación por su búsqueda, las aguas cercanas al estrecho de Gibraltar son sin duda uno de los mejores caladeros para degustarlos. Será por la combinación de las aguas frías del Atlántico o por la meseta rocosa del Estrecho, pero la calidad de las variedades de lo pescado en la zona ya era conocida desde la antigüedad y fue lugar de ubicación de derivados del pescado ya desde la antigüedad, como lo atestiguan los restos de las viejas fábricas de garum de los romanos en la tarifeña playa de Bolonia.
Uno de esos lugares donde ir y uno de los 'más escondidos', pero a pesar de ello lleno estos días es El Mirlo, ese bar restaurante de ambiente único y tan del estilo tarifeño, que los hermanos Chicochico tienen en Punta Paloma, una vez atravesada la famosa duna de Valdevaqueros (esa cuya finísima arena se llevaron para el relleno de Gibraltar).
La cocina de El Mirlo en sencilla, frituras a la plancha y a la brasa. Sus pescados enteros a la brasa son de lo mejor de la zona, pues le realza sus cualidades y saben darle el punto adecuado. Nosotros, que comimos tarde, optamos por unos pargos que parecían besugos por su clase y hechuras. No les recomiendo que se entretengan demasiado en entrantes, que aunque buenos sus chipirones, lo que de verdad merece la casa y pone en abundancia es la pieza entera del pesado del día, y ese ya se sabe, a veces es uno y otras otro, y con ese espíritu hay que ir pero no saldrán defraudados. El precio a 22€ el kilo de pescado servido hizo que los cuatro que íbamos con ensalada y bebidas saliéramos sobre 25-30 euros persona.
Camino hacia El Puerto de Santa María está otro de esos enclaves en los que paro siempre que paso. En Vejer de la Frontera aproveche para revisar carta y mantel de dos lugares de culto, ambos en la Plaza de España: el Jardín del Califa (famoso por su cocina marroquí) y Trafalgar.
Es Trafalgar otro templo del atún de Almadraba, ese que se pesca en la zona costera de Vejer en Barbate, en ese mar que se puede admirar desde los miradores del pueblo. La carne extraordinaria de retinto tiene también su presencia, y el rabo de toro es de peregrinar. Aquí los queseros podrán degustar el increíble queso payoyo de Cádiz. Para los que van de paso o quieren un tapeo han tenido la buena idea de abrir pegando con el restaurante su taberna, donde se puede tomar desde una tapa de atún a unas croquetas de chipirón en su tinta.
Si se quedan con hambre, no dejen de echar un vistazo a la web Cosas de Comé, antológico manual gastronómico de la provincia de Cádiz, lugar de inspiración personal y guía indispensable para los que van por esas tierras.
Que lo disfruten.
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